DEBEMOS SER MODESTOS Y PRUDENTES, PREVENIRNOS DEL ENGREIMIENTO Y LA PRESUNCION Y AMAR AL PUEBLO DE TODO CORAZON
Luis Jesús Solís Gómez
7/7/2025


De joven conocí a unos amigos que me enseñaron muchas cosas de la revolución rusa, la revolución china y de muchas otras cosas. Yo ya había empezado con otros amigos a leer y a escribir, pues yo era bueno para la poesía y eso me ayudó a conocer a mis primeros camaradas que fueron los compañeros del Frente Cultural de Arte y Literatura.
Allí conocí varios compañeros: Edgar Támara, Jaime Polanco y el primero que me habló de estas cosas fue Darío Cobo, un zapatero muy inteligente, que era parte de un grupo de teatro que también hacía parte del Frente Cultural; luego me dio algunas lecturas.
Después de la huelga contra el doctor Hartman en el Liceo de Popayán, en noviembre y diciembre de 1970, conocía Tololón, Mauricio Ruiz, a Hélmer Guevara y al negro Ayala, pero estos grupos eran muy inestables y a mi casi no me invitaban, de manera que me aburrí y empecé a buscar otros grupos para aprender más.
Fue así como conocí a Chilín, como le decían cariñosamente a Jairo, un compañero también del liceo, que vivía en el barrio Camilo Torres y él me llevó a conocer a Fico, un amigo de Pandiguando que nos invitó a leer las citas del presidente Mao que era lo que más se leía por esos tiempos. Yo le llevaba a Fico mis poesías y él me decía: no escriba poesías, escriba sencillo, para el pueblo.
Entonces nos enseñó a escribir todo lo que oyéramos en la calle, es decir los comentarios y las opiniones de la gente sobre el gobierno, sobre el movimiento estudiantil, los campesinos, los trabajadores, el fútbol y la música.
Y cada uno se fue haciendo a una pequeña libreta donde apuntábamos todo lo que nos decían las personas. Luego entablábamos conversación con otras personas que nos contaban cosas de su vida y Fico nos decía, que eso sí era muy importante. Escribir esas experiencias vividas por la gente y entonces me di cuenta que esa era la forma como escribían los boletines que nos daban los compañeros.
Pero les decía que había leído las citas de Mao y esa era una de nuestras tareas más importantes, porque el grupo al que me había metido ahora era una organización revolucionaria que nos enseñaban todo con base en la investigación y el estudio.
Esta frase, sobre la modestia, fue una de esas lecturas en la cual aprendimos tanto a ser humildes con el pueblo, para no aislarnos de él. Debemos ser modestos y prudentes, prevenirnos contra el engreimiento y la presunción y amar al pueblo de todo corazón, decía Mao Tse tung.
En medio de todas estas cosas he vuelto a leer esta teoría tan importante, con la cual nos formaron en aquel tiempo los compañeros de la ORC, Organización Revolucionaria Colombiana y de pronto me topé con esta enseñanza tan bonita, donde dice que debemos amar al pueblo de todo corazón, pero entonces, yo me preguntaba, cual es mi pueblo?.
Porque uno al pueblo lo encuentra en todas partes; y son esos amigos que le cuentan a uno sus cacharros y se ríen con uno, pero a cual es el pueblo que debemos amar de todo corazón?
Entonces miré hacia atrás y me di cuenta que allí estaba mi familia, esposa, mi hija, mi nieta, mi yerno y también mis hermanos y mi mamá que se fue al universo hace muy poquito, pero que también fue mi compañera de luchas en tantos años, aunque ella siempre defendió a sus amigos políticos liberales a donde la habían llevado otros amigos y yo tuve que buscar muchas veces también a esos amigos, porque los revolucionarios, por más que nos neguemos a querer al político de tradicional, liberal o conservador, también a veces lo hemos necesitado para camuflar en parte nuestra lucha, porque el sistema lo mantiene bloqueado a uno y entonces, si necesita trabajar y no puede poque nadie le da trabajo a un revolucionario, toca entonces ir donde esos señores y camuflarse un rato aunque sea mientras se asiste a la reunión y nos hacemos los que aplaudimos al baboso que se echa esos discursos.
Y allí también está el pueblo y toca conocerlo para saber lo que están pensando, porque la conciencia del pueblo no es fácil despertarla, a menos que la situación económica esté tan jodida, que no haya otro camino que meterse al paro o a la lucha por distintas circunstancias, que es donde generalmente aparecemos nosotros.
Pero les hablaba yo de la familia y su importancia en la vida del revolucionario y claro que no puede abandonar el revolucionario a su familia por andar en reuniones aquí o allá. Es preciso que la familia también sepa en qué es que anda uno metido, para que dado el caso, poder contar con su apoyo, pues a muchos en los campos, les ha tocado salir corriendo con sus mujer y sus hijos y si ellos no están informados, allí es donde empiezan los conflictos familiares, porque no es fácil entender porque la familia tiene que estar involucrada en los problemas en que uno se ha metido, tal vez sin contar con ellos.
Muchos camaradas, han tenido que lidiar con hijos rebeldes, que no entienden porque uno anda metido en esas cosas y muchas cosas el hijo termina renegando de su padre y su madre porque no está de acuerdo con esas cosas, que lo ponen en riesgo y ponen en peligro también a su familia. De allí que no hay una cosa que sea más importante para el revolucionario, que mantener una excelente relación con su esposa, con sus hijos y el resto de su familia.
Yo no tuve una familia grande, sólo tuve una hija que siempre que yo estaba en casa, me mantenía con ella y si salía a las marchas del magisterio, allí esta mi niña acompañándome y aprendiéndose las consignas que coreaba con todos mis colegas: aplaudan, aplaudan, no dejen de aplaudir: gobierno terrorista, se va a tener que ir, mi hija se la sabía y era sólo una niña de dos años y medio.
¿Adoctrinarla?, no, era sólo una consigna, pero así desde muy niña, mi hija aprendió a conocer las cosas en las que yo andaba y lo mismo mi compañera que siempre me acompañó en muchas jornadas, especialmente el día de las elecciones.
¿Y qué tiene que ver la familia, con ser modestos y prudentes?,
Pues tiene mucho que ver, porque si hay alguien con quienes tenemos que aprender a ser humildes y aceptar que también nos equivocamos y son ellos los primeros que se paran de frente y nos dicen las verdades y no por eso, nos vamos a enojar con nuestros hijos y esposas por que no están de acuerdo con nosotros.
En la familia aprendemos a ser autocríticos, aceptar nuestros errores y si tenemos que explicar, hacerlo con mucho amor y mucha humildad.
UBICACIÓN
Popayán, Cauca, Colombia