EL LÁPIZ ASESINO
Justicia y poder
HUGO AGUDELO
8/22/2025


La madre naturaleza, en su sabiduría, escogió a algunos objetos de la cotidianidad humana para que fueran ellos los encargados de establecer si el color invisible, por el hecho de no verse y de que no llegaran fotones de luz a sus entrañas, era culpable o no de su naturaleza. Los objetos convocados para tan noble y sonada misión, fueron algunos marcadores de colores y un lápiz; un lápiz erudito que oficiaría como juez. El lápiz, de apariencia esbelta y con un llamativo sombrero de goma, se jactaba de que su punta había escrito tratados trascendentales relacionados con el conocimiento y la probidad.
Los marcadores de color verde, azul, amarillo, rojo, blanco y negro, fueron emitiendo sus opiniones en torno al asunto. Primero, fue el turno del verde: “Mi color, como todos saben, representa la esperanza; pero además, está presente en muchas de las cosas hermosas de la naturaleza: los árboles, las montañas, y las plantas. No obstante, mi grandeza y utilidad, no veo nada de malo en que exista un colega al que no le guste mostrarse o sea tan tímido que prefiera no mezclarse entre los demás. No es culpable, ¡Qué viva la diversidad!”, dijo. “Yo, como color intenso, como bien saben, represento la pasión, la fuerza y el valor; cosas tan necesarias y encomiables en cualquier criatura del mundo natural. Y a pesar de tener una personalidad tan contrastante con la de mi amigo el color invisible, no veo nada de malo en que este exista ¡Claro que no es culpable! ¡Qué vivan los colores! Aun los que no se ven”, mencionó el rojo. El color azul, dio un paso adelante para dar su opinión: “Llevo a cuestas el tono de la sabiduría y la serenidad; como todos saben, mi color se ve en el cielo cuando este es más hermoso y en la inmensidad de los mares cuando estos quieren parecernos más sublimes; y tengo especial cariño por mi colega invisible, me gusta que exista; no veo culpabilidad alguna en él. ¡Qué viva todo aquel que hace el bien, aunque no se vea! Entonces fue el turno del marcador amarillo: “Como bien saben, queridos amigos de colores, el mío es un color que representa la felicidad misma, la armonía, el buen transcurrir de las cosas; las flores me tienen como a uno de su favoritos, las lejanas estrellas me proyectan y, sí, doy mucha luz, pero a pesar de todo eso, vivo encantado con mi amigo el color invisible; es que de algún modo este está cerca de mí y me complementa como complementa a mis demás colegas. Es inocente de todo ¡Qué viva la alegría! ¡Que vivan los colores!; los fuertes, los tenues y los invisibles”. Luego, fue el turno del color blanco: “Me dieron la misión, como bien saben, de representar el valor que está por encima de todo; lo que unos y otros, en sus diferencias, buscan y atesoran por encima de cualquier cosa: la paz; y eso me complace; pero además, represento la pureza, la ternura; atributos exquisitos, sobre todo en los seres cuyos pasos son aún frescos. Verán, mi naturaleza de color me lleva a ser transparente y justo; por eso no veo culpa en mi entrañable colega color invisible ¡Qué viva la paz! ¡Qué vivan la justicia y la transparencia!
Al ver que todos los marcadores se ponían de acuerdo, el marcador negro intenso empezó a mostrar cierta preocupación. Por eso, solicitó unos momentos a solas para charlar con el lápiz erudito antes de su intervención. Luego de la charla que, se prolongó por más de media hora, el marcador negro intenso dio a conocer su opinión: “Hablando desde lo más profundo de mí, es decir desde mi naturaleza oscura, debo decir que es casi una afrenta a la naturaleza que el color invisible haya decidido no tener coloración ni tonalidad; no es nada personal, pero... esa incoloración me parece sospechosa...Nosotros, los representantes del color negro profundo, ponemos la gran intensidad de nuestro color como prueba de nuestra valía, como nuestro sello de prestancia y eso es evidente para todos...es que además de representar la elegancia, representamos, bien saben, el poder; sí, el poder; por eso, pido al venerable juez lápiz que mi opinión sea especialmente valorada. El color invisible es culpable por no tener color, por infiel, y por ejercer desde lo desconocido. ¡Viva el poder! ¡Viva quienes lo ejercen y sus súbditos!”.
Después de haber escuchado las intervenciones de todos los colores, el juez lápiz se retiró a deliberar. Solo dos minutos le bastaron para regresar con un fallo; un fallo que profirió con la dignidad de un dios griego o de un emperador romano: “¡Culpable! ¡Culpable por no tener color, por infiel y por ejercer desde lo desconocido!”
¿Pero cómo era eso?, el juez lápiz estaba declarando culpable al color invisible; y como argumento para hacerlo repetía la sentencia que el marcador negro intenso había proferido antes.
“Señor lápiz, con todo respeto, la mayoría de colores estamos en desacuerdo con su sentencia. Es injusta, está basada en una sola opinión, y hace que a todos se nos ponga la cara roja de vergüenza, dijo, el marcador rojo, con su cuerpo más rojo que nunca por la ira. Señor lápiz, su sentencia llena nuestras almas de intranquilidad, pronunció el color azul; hace que seamos infelices, dijo, el color amarillo; nos roba la esperanza de tener un mejor vivir, agregó el marcador verde; le abona el camino a la violencia y le roba la inocencia a nuestra gente, exclamó el color blanco. Le pedimos que rectifique; hágalo por los nobles años de preparación que tuvo, y por su erudición. Usted, a diferencia de nosotros, tiene el poder de borrar de un tajo las asperezas de una falsa justicia; y de trazar con exactitud el camino de la justicia real, la que beneficia a todos los colores; señor lápiz, le pedimos que no sea de usted que vengan las sombras que van a tornar todo gris”.
“Los he escuchado con atención y considero sus argumentos valiosos y respetables”, dijo, el juez lápiz henchido de dignidad. Como no tenía manos, hundió su cabeza en una taza de agua para refrescarla, y luego la secó con su túnica invisible. “..., pero la sentencia queda”, agregó con autoridad. “Me permito felicitarlos por albergar y representar tan magníficas cosas para el mundo natural. Estos son otros tiempos, sin embargo…, tiempos que requieren de valoraciones más profundas...valoraciones que van mucho más allá de lo simples colores”
“¡Qué viva el poder! ¡Vivan quienes lo ejercen y sus súbditos!, mencionó con un grito feroz el marcador negro profundo.”
FIN
UBICACIÓN
Popayán, Cauca, Colombia