La guerra civil del Occidente Colectivo (Fragmentos)
La occidentalización del mundo, la otra cara de la globalización neoliberal, ha fracasado. Tanto más traumático será el declive histórico de Occidente cuanto más se nieguen sus líderes a reconocer la inevitabilidad del futuro mundo multipolar.
MANOLO MONEREO Artículo en abierto de la Revista El Viejo Topo, nº447, de abril de 2025
6/1/2025


I
Los hechos en sí poco dicen si no se tiene un marco teórico que los interpreten y les den sentido. Esto es así siempre; ahora mucho más. ¿Por qué? Porque la historia real evoluciona a saltos, con quiebres, con rupturas. Hay periodos de normalidad, es decir, de sucesión de acontecimientos en un espacio-tiempo homogéneo, estandarizado, previsible. Hay también periodos de fracturas, de discontinuidades radicales.
Su característica básica: la excepción se convierte en “normalidad” y el tiempo se acelera. Cada mañana desayunamos con algo nuevo, los acontecimientos se suceden vertiginosamente; nos asombran, nos inquietan, no lo entendemos. Atisbamos el peligro y nos quedamos sin referentes. Los actores estatales, los grandes operadores financieros y empresariales, los formadores de opinión suelen interpretar estas fases históricas como periodos de caos, de desorden, de incertidumbre. Son épocas de crisis y se viven como tales.
II
Conviene no dejarse confundir desde el principio. No, no es verdad que ahora se esté poniendo fin al orden internacional instaurado después de la Segunda Guerra Mundial. Eso terminó con la desintegración / derrota de la Unión Soviética y la disolución del Pacto de Varsovia. Lo que ahora se pone fin es al Orden Internacional proclamado e impuesto por los EEUU desde, al menos, 1991. Lo que se quiere esconder es que ese orden institucionalizaba una determinada correlación de fuerzas (de dominio y control) bajo hegemonía unipolar norteamericana basada en unas “normas” singulares; definidas, interpretadas y aplicadas por el “soberano” victorioso sobre el “imperio del mal”. El “momento” unipolar implicaba subordinar el Derecho Internacional a los intereses de los EEUU, poner a su servicio las instituciones internacionales y arrogarse el (único) poder para hacer y declarar la guerra.
III
Todo esto terminó con la crisis financiera internacional de 2008. Pocos la previeron y menos aún sacarán las consecuencias geopolíticas de un acontecimiento histórico que ponía fin al “corto” dominio unipolar de EEUU. Lo que se anunciaba como el nuevo siglo americano duró apenas 20 años, y hoy, lo que queda, se va (dramáticamente) disolviendo entre las amenazas de un conflicto nuclear y las esperanzas de un mundo multipolar que inaugure una nueva etapa que ponga fin a la larga hegemonía de Occidente y reconozca, de una vez por todas, la pluralidad civilizatoria, económica y de poder de un mundo que considera llegado el momento de autogobernarse. Lo dicho, comenzó un interregno que ponía en cuestión los fundamentos de un orden impuesto y se iniciaba una transición que aceleradamente lo estaba cambiando todo.
La gran potencia norteamericana en declive tenía dos grandes opciones: reconocer los cambios que se estaban produciendo en las relaciones internacionales para intentar gobernarlos, dirigirlos, y sacar partido de su predominio relativo, o enfrentarse a ellos con el único poder real y efectivo donde seguía teniendo superioridad, a saber, el político-militar. Al final, estas dos opciones han terminado por cristalizar en dos coaliciones que han dividido duradera y radicalmente a la clase política norteamericana y está llevando a una guerra civil al Occidente colectivo, es decir, a las provincias del imperio: Unión Europea, Reino Unido y su más directa Commonwealth (Canadá, Australia y Nueva Zelanda), Japón y Corea del Sur. Lo que representan Donald Trump y Joe Biden tiene mucho que ver con estos dilemas que estamos viviendo en vivo y en directo.
IV
La globalización neoliberal capitalista ha estado repleta de paradojas; rápidamente generó fuerzas que no fue capaz de controlar. Ha propiciado la integración de China en el mercado mundial desde una posición cada vez más autónoma; ha permitido, a pesar de las sanciones y de los intentos permanentes de desestabilización, que Rusia reconstruyera su Estado-civilización; ha (norte)americanizado fuertemente la vida pública europea, haciéndola más dependiente y subalterna de los intereses de Estados Unidos y, lo más significativo, ha puesto en crisis al Estado-Nación que la impulsó y la convirtió en la plataforma estratégica de nuevas relaciones de dominio y control. Donald Trump es efecto y no causa de esta crisis. Quien no parta de aquí, difícilmente entenderá el conflicto que asola al Occidente colectivo.
Ver artículo competo en: https://www.elviejotopo.com/topoexpress/ya-salio-el-topo-de-marzo-la-guerra-civil-del-occidente-colectivo-articulo-en-abierto/
La occidentalización del mundo, la otra cara de la globalización neoliberal, ha fracasado. Tanto más traumático será el declive histórico de Occidente cuanto más se nieguen sus líderes a reconocer la inevitabilidad del futuro mundo multipolar.
“El poder es esencialmente jerárquico y conflictivo, y su disputa implica una competencia permanente por más poder y por la conquista y control monopolístico de las condiciones más favorables para la expansión de ese poder”
José Luis Fiori, 2024
UBICACIÓN
Popayán, Cauca, Colombia